Boca negra repasa la comunicación desde el Morse al móvil inteligente

 

El empresario e inventor burgalés Inocencio Bocanegra considera que la radioafición «está más viva que nunca» y no es algo del pasado ni de otros tiempos. Una realidad que hace que, como él, muchas personas de España y de otros países del mundo tengan laboratorios y aparatos de comunicación de todas las épocas.

«Los radioaficionados todavía existen y hay muchos aunque en los últimos diez años disminuyeran en España de 50.000 a 30.200», indicó Bocanegra quien explicó que muchas de las personas que «se han ido de la afición» han cambiado ese hobby por las nuevas tecnologías o las redes sociales. «Se van porque se les va a la afición y para ser radioaficionado hay que estar un poco loco, como yo», matizó a la Agencia Ical.

El Salón de Actos de la Fundación Cajacírculo se llenó de interesados por la carrera espacial en una nueva sesión del proyecto ‘TechDay60’ que patrocinan Fundación Cajacírculo, la AEPV y Burgos Alimenta. En esta ocasión el título elegido para la reunión fue Misión Apolo – ¡Houston tenemos un problema!’ y contó con la presencia de Carlos López Pintado, quien durante más de cuatro décadas fuera el jefe de operaciones del Madrid Deep Space Comunications Complex, dependiente de la NASA, y el empresario e inventor Inocencio Bocanegra.

La persona que ha compilado durante décadas el material que se exhibe en el Museo de Radiocomunicación Inocencio Bocanegra de Belorado, afirma que lo suyo «es estar con las máquinas y ver las tripas de los aparatos». Una afición que le ha llevado a buscar aparatos de la IGM, muchos de los cuales pueden verse en el citado museo que, además recrea, las trincheras de la Gran Guerra.

Asimismo, explicó que los aparatos a los que tanto cariño profesa surgió para comunicar a los ejércitos de las distintas zonas durante los conflictos bélicos. «No fue para comunicarse sin más, fue porque era necesario», advirtió Inocencio, que explica que el primer aparato familiar se compro para hablar con un familiar que emigró a Venezuela.

En la retina, queda un equipo que le trajo su tío cuando él tenía 18 años que costó «la friolera» de 8.000 pesetas, «que por la época era mucho dinero». Después llegaron otros, «y otros, y así hasta formar una histórica colección con algunas piezas que son únicas».

Ante una catástrofe
«En el huracán Katrina vimos que los smartphones no utilizaban y hubo que echar mano de estos aparatos para salvar muchas vidas», explicó Bocanegra que entiende «en estos casos» se pone de manifiesto que la radiocomunicación «es necesaria porque funciona en casos extremos» y cuando las comunicaciones del siglo XXI no lo hacen.

Así, añadió que «en caso de que no haya electricidad», estos aparatos funcionan con baterías que pueden encontrarse en cualquier lugar. «Desde Burgos podemos hablar sin demasiado despliegue con Canarias, con Estados Unidos y con otros puntos. Tengo una emisora con la que he hablado con todo el mundo», aseveró. «He hecho grandes amistades con radio», concretó.

No se olvidó Bocanegra de analizar el mensaje de SOS que lanzaron desde el Titanic aquella fría noche de abril, horas antes de que el barco insumergible se hundiera con toda la tripulación tras chocar con un iceberg. Lo hizo en morse y con un aparato de radiocomunicación de los más avanzados de la época.